Cómo la pandemia nos obligó a cambiar de prioridades.
Este año lo arranqué con mucha ilusión y resolución, y con varios proyectos en mente, guiada por esos propósitos, ya había emprendido las acciones para hacerlos realidad.
Hoy, sin haber abandonado esos sueños, mis prioridades son otras, y reconozco que la brecha entre mis objetivos y el resultado se agranda, pueden no llegar a ser lo que esperaba o quizás no se den.
Sin embargo, tras las lecciones que me dejó vivir con la ansiedad que me producía pretender controlar un futuro que siempre es imprevisible, hoy soy capaz de aceptar la incertidumbre.
Sin sentir que debería estar haciendo algo diferente de lo que estoy haciendo ahora, para poder fluir con el momento, en especial bajo las inusuales circunstancias que estamos viviendo.
Así, en lugar de entrar en pánico y sentir que mi mundo colapsa, intento ser flexible con las expectativas que me había planteado.
Con lo cual me abro a aprender de este proceso y las nuevas vivencias que ha traído; reafirmando mi confianza para superar los retos que plantea.
Aceptando de paso que, no hay uno, sino miles de futuros posibles y las oportunidades siempre estarán allí, para el que sepa observar y adaptarse al cambio.