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Crecimiento personal y autoayuda

¿Qué es vivir sin expectativas?

Abrazar lo que viene y poder avanzar

Imagina que un día cualquiera te apetece ir a un buen restaurante, tomarte unas copas, invitar algunos amigos o ir al cine.

Quieres salir de la rutina y divertirte un poco, vas al lugar y de pronto te encuentras con aquel conocido con el cual has coincidido un par de veces.

Han entablado alguna conversación casual pero, poco lo conoces y de repente en esta oportunidad te pregunta si tienes planes más tarde. Respondes que no.

Entonces, te invita a una pequeña fiesta que va tener en su casa y sin tener aún nada definido, tu impulso te hace preguntarte ¿Por qué no?  Y aceptas.

Sin ninguna prevención has acudido al lugar, llegas allí y te encuentras con una atmósfera agradable y cálida, casi familiar.

Te han presentado unas cuantas personas y pronto te descubres totalmente integrado al grupo, como si se conocieran de toda la vida.

Estas inmerso en una conversación amena, divertida e interesante con personas cautivantes.

Sin mencionar que, te has deleitado con unas cuantas copas y una comida estupenda, lo que ha terminado por ser una de las mejores fiestas en la que has estado.

Así pese a no tener ninguna expectativa, fluiste con el momento y bajo las circunstancias que se te presentaron.

Seguro todos hemos pasado por una experiencia similar en la que sin estar esperando nada en particular, hemos descubierto algo maravilloso.

Sin embargo, en nuestra vida, solemos llenarnos de expectativas, de cómo, cuando, donde y con quién debe suceder todo.

Limitándonos a ver la situación desde el lente de nuestras percepciones, creencias, opiniones y juicios.

Mientras que, cuando soltamos las expectativas, nos abrimos a ver un panorama de diversas posibilidades, de que las cosas ocurran de una manera que no habíamos contemplado.

Así es como, todos hemos escuchado historias en las cuales las personas relatan que, cuando dejaron de lado las ansías por conseguir pareja, encontraron al amor de su vida.

Cuando se olvidaron de que los llamaran de aquella empresa donde querían entrar a trabajar, surgió la oportunidad de montar su propio negocio o un mejor empleo.

Y cuando desistieron de realizarse más tratamientos reproductivos, llegó el hijo que estaban deseando.

Lejos de abandonar sus objetivos, éstas personas lo que dejaron ir fue el apego a esa expectativa particular que habían definido de cómo debían suceder los hechos.

Aceptando que no controlamos nada y vivimos en la incertidumbre que, también trae consigo infinitas oportunidades para cumplir un sueño.

“La expectativa es la raíz de todos los dolores de cabeza”

William Shakespeare

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