El buen humor aumenta nuestra sensación de bienestar y felicidad.
En estos días recordé un maravilloso periodo en el cual estuve trabajando en la ciudad natal de mi madre en el caribe, Santa Marta, Colombia.
Donde el buen humor impregna la cultura y hace que el diario vivir sea más ligero, alegre, menos solemne y hace que la vida fluya de manera distendida y agradable.
Siempre he admirado el buen humor porque es algo que no se me da fácil, y cuando hablo de buen humor no me refiero solo a los chistes.
Sino a aquella exquisita característica en el carácter que se refleja en una actitud de tolerancia que empieza por uno mismo.
A esa estupenda capacidad del buen humor para relativizar las dificultades, los acontecimientos externos y las opiniones, sin tomarnos todo de forma personal.
Porque hoy vivimos con mucho afán por tener la razón y nos enfrentamos por demostrar que lo que decimos es con total certeza la verdad.
En especial, si detrás hay intereses económicos, ego, dogmas o poder, es entonces cuando el buen humor nos abre un espacio para mirar el mundo con otros ojos.
El buen humor nos permite mejorar la forma de abordar nuestros problemas.
Enriqueciendo nuestras posibilidades para ver nuestras dificultades desde una perspectiva diferente. Convirtiéndose en un gran recurso ante la adversidad.
Además, lejos del tinte de superficialidad con el cual se puede ver el buen humor, este denota una gran inteligencia.
Pue se requiere ese toque de brillantez, para hacer un comentario que baja la tensión, en el momento oportuno.
Así el buen humor, pone la nota de color en cada momento y es el camino para empezar a relativizar todo.
Ser más flexibles, reírnos de nosotros mismos y propiciar el autoconocimiento y la autocrítica.
Romper el hielo y mejorar nuestra relación con los demás, dentro de un espacio más humano para conectarnos genuinamente y debatir de forma más creativa.
Ya que la risa relaja, desbloquea un momento incómodo, lima asperezas, acerca, es contagiosa y propicia la comunicación al captar la atención de nuestro oyente.
Así, libera endorfinas y aumenta nuestra sensación de bienestar y felicidad en la vida, sin olvidar que no hay nada más frugal pues ¡Reir es gratis!
“Un día sin reír es un día perdido”
Charles Chaplin