La competencia con los demás, alienta el consumismo y afecta tu bolsillo.
Una de las etapas en la cual sentimos mayor vulnerabilidad es sin duda la adolescencia, donde tenemos esa sensación de malestar, intranquilidad y temor al rechazo.
No nos sentimos suficientemente atractivos, inteligentes, apreciados y aceptados en nuestros grupos sociales y emergen todo tipo de inseguridades.
Inseguridades que, pueden incluso trascender a la edad adulta adoptando muchos mecanismos de defensa como la timidez, el aislamiento social y la paranoia.
Así mismo, las inseguridades pueden también alentar conductas compensatorias como la arrogancia y el narcisismo.
Conductas que se refuerzan a través de la comparación con los demás y que con un afán de competencia, incitan al consumismo.
Así lo que en la adolescencia podía ser solo el deseo de exhibir los tenis de moda, en la edad adulta se convierte en una necesidad permanente de mostrar que somos y tenemos más que los demás.
Que tenemos status, la mejor casa, el carro más costoso y podemos permitirnos ciertos lujos que la mayoría no pueden permitirse.
Es claro que todo lo material nos permite una mejor calidad de vida y nos brinda bienestar, siempre y cuando no pretendamos encontrar en ello nuestra felicidad o compensar nuestras inseguridades.
Así, adquirir posesiones o lujos para impresionar a los demás y no para nuestro disfrute, es un vano intento por ocultar la falta de confianza en nosotros mismos.
Trayendo como consecuencia que, cuando usamos el dinero como medio de defensa, nuestros gastos tenderán a crecer a un ritmo mayor que nuestros ingresos.
Nunca el dinero será suficiente, si de cubrir nuestras inseguridades se trata.
Para evolucionar en la vida y hacernos responsables ¡hay que parar esto!, nuestra felicidad debe ser nuestra prioridad y la confianza en nosotros mismos es el primer paso que nos abrirá la puerta.
Podemos superar nuestras inseguridades, siendo conscientes que son una cuestión de perspectiva con una gran carga de creencias subjetivas sobre nosotros mismos que pueden ser transformadas.
Para ello debemos empezar por olvidarnos de compararnos con los demás entendiendo que sus juicios, creencias, opiniones y sus vidas no son de nuestra incumbencia.
Entendiendo también que, somos nosotros quienes le damos importancia a lo que los demás piensan de nosotros o a lo que creemos que piensan de nosotros.
Por eso, cuando decides enfrentar tus inseguridades, confiar en ti y ser feliz, los juicios y opiniones de los demás pierden importancia.
En consecuencia, el dinero ya no será un medio para deslumbrarlos, sino que pasará a ser un recurso a tu favor para materializar la existencia que sueñas.
“Nunca te preocuparías por lo que la gente piense de ti, si supieras que tan poco lo hacen”
Olin Miller