Cuando me estrené como madre me asaltaron miles de dudas e inseguridades. ¿Mi hija está segura? ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Habrá comido lo suficiente? ¿Esta respiración será normal? y un sinnúmero de preguntas más. Dudas que a medida que me sentía más cómoda como mamá, se fueron disipando. https://bit.ly/SoyMamaSoloSeQueNadaSe
Lo que no esperaba, fue el volumen de opiniones acerca de lo que se supone que una buena madre debe ser y cómo debe criar a sus hijos. Con lo cual deduje que, como en otros papeles de mi vida como mujer, en este tampoco me iba a escapar de los juicios, las críticas y las opiniones, que lejos de aportar, solo golpeaban mi autoestima, subestimaban mi labor y desvalorizaban mi género.
Por fortuna, supe reconocer que debía alejarme de todo este tipo de mensajes, para no correr el riesgo de caer en este estereotipo creado de “mamá perfecta” y por el contrario, reafirmar mi capacidad para elegir la forma en la cual quería vivir mi vida, interactuar con mi familia y tomar mis propias decisiones acerca de cómo criar a mi hija.
Por ello no temo que mi hija me vea fallar, llorar, fracasar, sentirme abrumada, sepa que no sé todo, que no siempre estoy glamorosa, que a veces necesito ayuda y me vea pedirla, que puedo ser impaciente y enojarme y que, aunque quisiera, no soy una chef ni una pastelera experta. Soy humana y soy vulnerable.
Ahora sé que las mejores respuestas siempre están en mi interior, actúo con amor y doy lo mejor; con la tranquilidad de que lejos de ser perfecta, soy yo, una madre real para mi hija.